Está claro que, aunque a menudo no se repare en ello, una mudanza no acaba cuando se ha dejado la última caja descargada en el lugar de destino. Aún hay mucho trabajo por hacer después de una mudanza, aunque una parte podemos dejarla resuelta antes y así todo nos va a resultar más sencillo.
En concreto, cualquier arreglo, retoque de pintura o limpieza profunda de la nueva residencia es recomendable que lo hayamos adelantado y no nos toque hacerlos después de la mudanza. Eso nos evitará tener que ir moviendo de sitio cajas y otros bultos. Pero, desde luego, se trata de tareas que tenemos que acometer.
Sobre todo, lo que se refiere a la limpieza e higiene de la nueva vivienda, aunque sea nueva y nadie la haya habitado antes, es imprescindible que baños y cocina se desinfecten al máximo. Tampoco puedes olvidarte del polvo, cristales y demás superficies que se deben limpiar en profundidad. Aprovecha que todavía todo está en cajas después de una mudanza para limpiar el interior de todos los armarios y cajones de la casa. También las lámparas y otros objetos que una vez colocados tienen un difícil acceso.
Además de la limpieza, después de una mudanza conviene revisar una a una todas las cerraduras de la casa. En el caso de las que tienen llave, comprueba que tienes un ejemplar de cada una, que abre correctamente y aprovecha para hacer duplicados de todas ellas, guardándolos en un sitio seguro, donde puedas localizarlas fácilmente por si pierdes los originales.