Hasta hace no mucho, se prestaba poca atención por parte de los productores, en cualquiera de los sectores económicos, al tema de
los embalajes. Un grave descuido puesto que un embalaje incorrecto está en la raíz de muchos de los problemas y deficiencias que sufren las mercancías durante su proceso de distribución y comercialización, lo que sin duda repercute en el acceso de los consumidores a dichos
productos.
Mediante un embalaje adecuado se consigue que cualquier mercancía sea transportada y llegue al punto de venta en perfectas condiciones. Esto es especialmente importante en el caso de productos perecederos, como frutas, verduras o carnes y pescados, además de en traslados de mercancías especialmente frágiles y delicadas.
Por eso, es esencial que el productor se preocupe por encontrar el tipo de contenedor en el que sus materiales van a viajar conservando en óptimas condiciones sus características. Esto implica que se usen cajas y recipientes específicos para diferentes tipos de productos.
Pero, además, el embalaje de mercancías cumple otras funciones igual de importante. Por ejemplo, una mala planificación del embalaje puede encarecer los costos de la distribución de mercancías a niveles que perjudiquen su competitividad en el mercado.
Así, es importante que el embalaje elegido no solo sea el más adecuado para conservar la calidad del producto, también debe de ser el que permita un mayor aprovechamiento del espacio, tanto dentro de su interior, como facilitando el apilamiento, de manera que los vehículos de transporte puedan maximizar su carga sin perjuicio de la seguridad.