Si ya para los adultos una mudanza es, en mayor o menor grado, un acontecimiento traumático, en el sentido de que supone un cambio brusco en la vida cotidiana, este efecto se multiplica en el caso de niños y adolescentes, reacios por naturaleza a la inestabilidad y falta de seguridad. Por eso, cuando nos encontramos ante una realidad en la que hay que
conjugar a los niños y las mudanzas, es imprescindible que tomemos algunas precauciones para que al final se convierta en una experiencia...
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